Llueve, y no estamos desnudos: Lenguas de agua recorren el dorso de la tarde y un agua niña mana de tus ojos. Entonces beso tus mejillas y los dos ponemos a morir a la tristeza: Llueve, y dos nos despojamos de nosotros y el mundo niño muere a la tristeza para que bebamos del maná de su tarde y una lengua niña recorra el dorso de los desnudos, los aquellos que mueren sin nosotros.
(RODRIGO, Balam.
Silencia, premio regional de poesía Rodulfo Figueroa 2007)
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