Partí sin despedirme
una oscura mañana,
borrada mi memoria,
entregada a mi suerte.
Tracé nuevos caminos
con códigos extraños,
marcando vaticinios
de tatuajes inertes.
Habité en visceralea
rincones de agonía,
resbalé por cornisas
entre brasas candentes
Escribí del destierro
ecos de hipocresía
y dormí en nauseabundas
hogueras de la muerte.
Lydia Raquel Pistagnesi