lunes, 3 de diciembre de 2007

NOTICIA DE LA POESÍA CHIAPANECA RECIENTE: TRAZOS Y BITÁCORA (última de tres partes)



Ignacio Ruiz-Pérez
University of Texas, Arlington

[. . .]
A partir del año 2000 entran al escenario poético de la entidad escritores nacidos en la década de los 70. Entre los “novísimos” se puede citar a Luis Arturo Guichard (1973), Balam Rodrigo (1974) y Bernardo Farrera Vázquez (1977). ¿Qué distingue a esta oleada de poetas? Posiblemente lo único que los emparienta sea la sana dispersión de tonos y acentos; cuando mucho se puede contemplar el notable alejamiento de la provincia imaginífica y el acercamiento a la experiencia del texto. Es decir, lo que parece predominar es la confirmación del poema como una entidad abierta y la conciencia de que el poema es lenguaje y estructura. Y en esa exploración de posibilidades expresivas encuentran lugar desde los laberintos verbales, el empleo de neologismos y el descentramiento neobarroco, hasta la contemplación amorosa y erótica del otro, y una veta que no dudaría en llamar culturalista.
Este último filón es el que sigue Luis Arturo Guichard al menos hasta Los sonidos verdaderos (2000). Formalmente, Guichard apuesta por el oficio poético no en su vertiente litúrgica, sino en cuanto mester: “Obrero en la fábrica de espejos del discurso / Escudero en el castillo de fuego del poema” (53). A la corrección sintáctica y el equilibrio acentual el poeta añade la presencia de otras voces —diría Antonio Porchia— que habitan la propia voz del poeta: citas, homenajes, alusiones, parodias y pastiches. El poema se convierte, así, en palimpsesto. Las referencias a otras voces en la poesía de Guichard (Alfonso Reyes, José Bergamín, Emilio Prados, José Carlos Becerra) tienen la finalidad, por un lado, de cuestionar la autoridad del texto: ¿Dónde está la voz del poeta en esa marea de voces? ¿o acaso la poesía es “colectiva” y “anónima” como ha advertido explícitamente José Emilio Pacheco? Pero las alusiones tienen asimismo el cometido de realizar un escrutinio de la tradición para fijar una teoría crítica de la lectura, que es a un tiempo una teoría de la escritura: una poética.
La poesía de Balam Rodrigo se aparta de la exploración de territorios discursivos para centrar su mirada en el paisaje, entendido éste como continente verbal y erótico. Uno de los motivos recurrentes en su poesía es el mar, que concentra los principios extático y creador. Frente a ese ámbito informe y acuático el poeta se convierte en deus faber al asumir su facultad nominativa y gnoseológica: la palabra como vía de redención y conocimiento —derrotero que, por cierto, también comparte Gutiérrez Alfonzo. No extraña que en el repertorio lingüístico de Balam Rodrigo predominen vocablos relacionados con el acto de nombrar: lengua, verbo, labios, palabra. Sin embargo, el registro del autor de Hábito lunar (2005) es nómada. No el desplazamiento ni la ruptura de la sintaxis, sino la fusión alquímica del lenguaje y de la lengua: la verba. Cercano a Roberto Rico por afinidades sintácticas y léxicas más que temáticas, la poesía de Balam Rodrigo muestra una particular predilección por arcaísmos —véase sobre todo el uso de pronombres enclíticos—, neologismos, consonancias y eufonías. Junto a esa tentativa por nombrar el entorno y en su afán por conocer —así, sin ambages ni medias tintas— el mundo, el poeta celebra la epifanía de su descubrimiento del cuerpo femenino:


Lleno la tu boca con la lengua
Pájaro sin sombra
Lluvia dormida entre los muslos. (2005, 39)

Bernardo Farrera Vázquez muestra una actitud similar frente al poema. En Los istmos de Eros (2004), el poeta comparte la visión total frente al texto de Balam Rodrigo: su finalidad es el trazo de un retorno nostálgico a la visión demiúrgica del poeta, pero no desde la perspectiva hermética y visionaria —como sucede en las obras de Gustavo Ruiz Pascacio y Marco Fonz—, sino desde la fe en la creación de una erótica verbal. Farrera Vázquez se enlaza con la tradición del canto erótico —véanse el Cantar de los cantares, Piedra de sol de Octavio Paz y Asela de Eraclio Zepeda. Los istmos de Eros es un recorrido imaginario por la geografía de un cuerpo femenino al que contempla —del latín cum-templum: mirada ascendente y sagrada— como signo de una abundancia capaz de iluminar y de encender con su resplandor primigenio el acto creativo: Llevo largas noches descubriendo / el oculto lenguaje bajo la piel de mi mujer” (14). Al nombrar el cuerpo femenino como región salvífica, Farrera Vázquez articula la vuelta nostálgica a la provincia imaginaria del poema. Ese retorno sirve al poeta para confirmar la paradoja de que todo verdadero regreso es necesariamente imaginario porque sólo la invención puede recuperar el estado de gracia original.
Falta aún develar las prácticas discursivas de la generación de los 80. Acometer esta empresa implica acercarse a los espacios de difusión privilegiados por esos escritores, espacios que van desde ediciones de autor, libros en coautoría, fanzines, revistas y suplementos culturales, hasta blogs. Se trataría de un trabajo babélico, estimulante sin duda, pero incierto por la inestabilidad geológica del paisaje y porque es difícil saber quiénes crearán una verdadera obra, es decir, una visión poética. Los jóvenes creadores de poesía en Chiapas son multitud y su principal signo es la diversidad de acentos y tonos, desde la voluntad cultista de Raúl Burgos (1981) y la mirada sombría de Fabián Rivera (1984), hasta la irreverencia lúdica de Fernando Trejo (1985), por mencionar tan sólo tres nombres. Aun cuando los resultados sean imprecisos y dudosos, el hecho de que estos autores asuman una postura indagatoria e inquisitiva entraña en sí una saludable muestra de conciencia crítica frente al idioma y al poema. Esa es la seña de identidad recurrente en la poesía última de Chiapas: la crítica como baza y apertura a otras experiencias de lenguaje. La última palabra, a fin de cuentas, la tendrán siempre el tiempo y la constancia.

Bibliografía

Bartolomé, Efraín. Oficio: Arder (1982-1987). México: UNAM, 1999.

Cancino Casahonda, Enoch. Canto a Chiapas. Introd. Héctor Cortés Mandujano. Tuxtla Gutiérrez: Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Chiapas, 1999.

Darío, Rubén. Poesías completas. Ed., introd. y notas de Alfonso Méndez Plancarte. Madrid: Aguilar, 1968.

Farrera Vázquez, Bernardo. Los istmos de Eros. Oaxaca: Universidad Autónoma Benito Juárez, 2004.

Gutiérrez Alfonzo, Carlos. Vitral el alba. México: Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas / Juan Pablos, 2000.

Hidalgo, Eduardo. Eco negro. Tuxtla Gutiérrez: Gobierno del Estado de Chiapas, 2002.
---. Viene de antes. Tuxtla Gutiérrez: Gobierno del Estado de Chiapas, 2006.

Le Corre, Hervé. Poesía hispanoamericana postmodernista: historia, teoría, prácticas. Madrid: Gredos, 2001.

López Velarde, Ramón. Obras. Ed. José Luis Martínez. México: Fondo de Cultura Económica, 1971.

Morales Bermúdez, Jesús. Aproximaciones a la poesía y la narrativa de Chiapas. Tuxtla Gutiérrez: Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, 1997.

Rodrigo, Balam. Hábito lunar. México: Praxis, 2005.
---. Poemas de mar amaranto. Tuxtla Gutiérrez: Gobierno del Estado de Chiapas, 2006.

Rico, Roberto. La escenográfica virtud del sepia. México: Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas / Juan Pablos, 2000.

Ruiz Pascacio, Gustavo. El equilibrista y otros actos de fe. México: Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas / Juan Pablos, 2000.
---. El amplio broquel de la melancolía. Tuxtla Gutiérrez: Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Chiapas, 2001.
---. “La poesía finisecular en Chiapas: entre la incertidumbre y el retorno”. Prometeo Digital (2005). Consultado 3 de junio de 2006. http://www.prometeodigital.org/FD_LISTATOTAL.htm

Santos, Uberto. Arpa vegetal. Tuxtla Gutiérrez: Gobierno del Estado de Chiapas, 2004.

viernes, 30 de noviembre de 2007

NOTICIA DE LA POESÍA CHIAPANECA RECIENTE: TRAZOS Y BITÁCORAS (segunda de tres partes)

Ignacio Ruiz-Pérez
University of Texas, Arlington

[. . .]
Otros derroteros en el Estado se dirigen en contraste a lo que se podría llamar una tendencia autorreferencial fundada en la exploración y la desarticulación del lenguaje. En estos casos, el espacio del texto confirma que no existe más ese acuerdo entre el sujeto y su entorno, que el poema es ante todo una realidad de papel, que sus signos son arbitrarios y cambiantes, y que el lenguaje es inestable pues apenas se sabe lo que algo significa (o es) cuando ya su sentido ha mudado. Me refiero a una conciencia hipercrítica que hace del texto un sistema que asume con desenfado la duda y la contradicción. El resultado es una poesía fundada al filo del lenguaje. En este rubro se ubican Roberto Rico (1960), Eduardo Hidalgo (1963), Gustavo Ruiz Pascacio (1963) y Carlos Gutiérrez Alfonzo (1964).
La obra de Roberto Rico se caracteriza por su elegancia y su cuidado prosódico, quizá de filiación neobarroca. La poesía de Rico es singular y notable por su arriesgada factura: en sus textos el poeta acude a sinestesias, juegos verbales y formas de toda índole —versículos, versos blancos y endecasílabos rimados. La obra de Roberto Rico descoyunta y fusiona los sonidos para señalar que el lenguaje es tan fugitivo como el sujeto que lo profiere. Así, el texto cobra una dimensión teatral en cuyo escenario las palabras son actores de un “carnaval barroco” (Ruiz Pascacio 5) de sonidos y encabalgamientos. La de Rico es una poesía mestiza capaz de sintetizar en un solo golpe de imagen lo culto y lo coloquial vía la paradoja en un alarde de gusto por asonancias, aliteraciones, sinestesias y juegos lingüísticos (semánticos o fonéticos):

Siglas, pentápolis los meses, Jasón es un acrónimo;
conjetural y trashumante códice que ostenta hirsuto par
de erratas: por consiguiente a salvo Bello Sino.
Madero de salvedad, un lápiz —ágrafo polizón— circunnavega
en cada vez más cortas coordenadas, hasta encontrar
salida en un viaducto de la Piedad abovedada… (32).

En la obra de Eduardo Hidalgo la escisión crítica —o “ironía”, según advierte Octavio Paz en Los hijos del limo— ha sido paulatina. Desde Eco negro (2002), Hidalgo anuncia la ruptura como caída fatal —en el más puro significado de la palabra: destino inexorable— y pérdida. El volumen es en gran medida tributario de la recreación del tempus fugit presente en la obra de Jorge Manrique, de la tradición metafísica del barroco español y, en la lírica mexicana, de Nostalgia de la muerte de Xavier Villaurrutia, Algo sobre la muerte del Mayor Sabines de Jaime Sabines y Oscura palabra de José Carlos Becerra. El paso del tiempo y la corrupción de la materia son los temas que recorren Eco negro, volumen que bien puede leerse como canto por la carencia y la imposibilidad del retorno. Los poemas de Hidalgo plantean que sólo se puede regresar al polvo. Pero esa vuelta, como sugiere Villaurrutia, es nostalgia de la muerte —o dolor por el regreso al origen— y conciencia de la discontinuidad. Por eso el libro inicia con una declaración de principios minimalista, desnuda y teológica de la escisión: “Él es el hombre / Tú es el hermano del hombre / Ella es la mujer del hombre / La muerte es de todos” (13). La conciencia de la caída se acentúa en Viene de antes (2006), libro que testimonia la ruptura extremándola y trasladándola ahora a nivel de la sintaxis del texto. La desarticulación es total: el poema se (auto)concibe como entidad en continuo proceso, un continuo estar siendo que debe ser completado lúdicamente con la participación activa del lector. El conjunto está integrado por casi fragmentos y composiciones breves, algunas de ellas con notas al pie que proponen soluciones alternativas que afirman, desdicen, completan y abren los sentidos del texto. Se trata de un libro total, múltiple, polifónico: en las páginas de Viene de antes conviven referencias a frases populares, a la literatura, a la música y al cine:

Qué linda, qué tierna.
El otro día la vi pasar
cuando iba corriendo cortando camino.
Sabía a video:
la imagen,
el drip drip que daba ritmo,
y el color, Dios mío,
qué color (37).

En cambio, la obra de Gustavo Ruiz Pascacio se decanta por la tendencia solar y apolínea del poeta vates. Desde Cualquier día del siglo (1994) hasta El amplio broquel de la melancolía (2001), es notorio en la obra de Ruiz Pascacio el diálogo con la tradición hermética a partir de la recreación de arquetipos e imagos. Sus poemas lo ubican en el marco de la “simbología” o estudio de los símbolos. Si se pudiera emplear un símil para describir los textos de Ruiz Pascacio, no dudaría en compararlos con emblemas cuyos paisajes son portadores de significados concéntricos como en un mandala —evolutivo e involutivo, creativo y escatológico, solar y lunar— que, en sus espirales, acaso tendiese a contener el mundo en una suerte de aleph borgeano. Del diálogo entre símbolos e iconos, el poeta aspira a transmitir, por una parte, una imago en cuanto imagen y geografía (paisaje visual); y por otra, una idea del mundo de ribetes universalistas y heterodoxos en su voluntad por unir las tradiciones mitológicas de oriente y occidente en el crisol del texto:

Abrimos las fauces de Fenris
y contemplamos el interior de la tierra
se nos vino encima un crepúsculo de fuego
cadenas hierro mazmorras
con nuestros ligamentos
formamos un nombre poderoso
y tembló el universo. (2001, 71)

Carlos Gutiérrez Alfonzo concibe la poesía como acto genésico, verbal y lumínico. El poeta comparte junto con Rico, Hidalgo y Ruiz Pascacio la dimensión metadiscursiva del texto. Pero lo que en Rico es proliferación, en Gutiérrez Alfonzo es desplazamiento y pulsión —horror sagrado— por el vacío de la página, certidumbre de que la escritura es —parafraseando a Gabriel Zaid— una práctica mortal: el debate entre el alba como espacio gestante, en tránsito, y la noche como tempo que preludia el caos potencialmente creativo de la escritura. Una praxis, se diría, ascendentemente gozosa, como se aprecia en la mística en lengua castellana desde San Juan y Santa Teresa de Jesús. Tal vez por esa razón la poesía de Gutiérrez Alfonzo se complace en la ruptura de la sintaxis, el empleo de hiatos entre versos, la dicción reposada, como en duermevela, y juegos verbales cuya virtud radica en su trazo y desplazamiento sobre la página. Junto a Mallarmè, el autor de Vitral el alba (2000) comparte la conciencia del vacío, la idea de que la música antes de ser música es una consonancia de silencios. En ese sentido, la poesía del autor de Cirene (1994) es esencial y obedece a un doble recurso: por un lado, es un despliegue minimalista de silencios, trazos y epifanías —lo maravilloso cotidiano, el pasmo ante la luz en cuanto vida y decurso. Pero por otro, al abrevar de la tradición mística la obra del Gutiérrez Alfonzo se repliega en el espacio del texto como vacío primordial, “nada rebosante de nada en la inmensidad de la nada”:

Avanzo
. . . . . . . . por la hoja
. . . . . . . . . . . . . . . . dibujándome
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .dibujándola surge (22).

lunes, 26 de noviembre de 2007

NOTICIA DE LA POESÍA CHIAPANECA RECIENTE: TRAZOS Y BITÁCORAS (primera de tres partes)


Ignacio Ruiz-Pérez
University of Texas, Arlington

La visión imaginífica de la provincia [1] en la poesía escrita en Chiapas tiene su punto de inflexión en las obras fundacionales de Raúl Garduño (1945-1980) y Joaquín Vásquez Aguilar (1947-1994). Si digo fundacional es por lo que anuncia su estética: con ellos se desarticula en la entidad la contemplación y la celebración del fasto natural que pareciera hacerse eco del dictum que Rubén Darío anunciara —programa ético y estético a su pesar— en Prosas profanas [2]. Poco después, Efraín Bartolomé (1950) tematizará en su escritura el fundamento órfico y contemplativo del vates frente a la naturaleza pero a lo sumo para dar cuenta del poder del poeta y de su oficio como nostalgia y crítica de la unidad perdida. No en vano un libro como Ojo de jaguar (1982) es un retorno a la infancia para recuperarla y celebrarla. Sobre todo para recuperarla: con Bartolomé la pérdida se convierte en conciencia crítica de la utopía. No hay marcha atrás porque no hay tal lugar: el retorno al tiempo y espacio de la infancia se asume desde entonces como dolor por el regreso, o mejor dicho, como caída.La ruptura de la unidad, la experiencia de la fragmentación del sujeto poético en la babélica civitas y la pérdida de centro frente a la modernidad enajenante es ya un hecho consumado en Ciudad bajo el relámpago (1983). A esa crítica al fuste torcido de lamodernidad volverá Bartolomé en Música lunar (1991), pero más como declaración de fe en el poder telúrico y demiúrgico de la poesía que como presencia insondable y poderosa de la naturaleza. Lejos está ahora la función salvífica del canto nostálgico y bucólico por el terruño. Dice Bartolomé:

El Dinero el Logos y el Poder
Iniciaron su más grotesca danza de conquista:
El rubio Apolo tañe su razonable lira
Pluto choca metales argentinos:
Produce lamentables tintineos monocordes. (262)

A partir de este momento la poesía en Chiapas se dispersa y se fragmenta. Si hay un regreso al fasto visual de la naturaleza, será siempre para andar los pasos de la tradición o bien para traicionarlos. Entre estas dos coordenadas se ubican, por ejemplo, las obras de Uberto Santos (1960) y Marco Fonz de Tanya (1965). El primero indica desde el título de su summa poética, Arpa vegetal (2004), su programa estético: la vindicatio órfica de la poesía y la constancia de la unidad del sujeto con la naturaleza. Fonz de Tanya, por su parte, emprende una labor desconstructiva de las mitologías sobre el paisaje. Es decir, no la sacralización del espacio sino su desarticulación programática. De ahí que no sorprenda que el referente de Cantos siniestros a Chiapas (2001) de Marco Fonz sea el genésico Canto a Chiapas de Enoch Cancino Casahonda (1928), acaso una de las visiones escriturales más acabadas de la veta idílica en la entidad. Pero el locus descrito por Fonz no es el de la provincia maravillosa, sino un espacio heterotópico que da muestra del ingreso total y devastador de la provincia a la aldea global. Si Enoch Cancino afirma: “Chiapas es al cosmos / lo que una flor al viento” (9), Fonz responde: “Ahora los ángeles son zopilotes, sombras del sol en la tierra / lágrimas lunares” (17). Con ello, el poeta da por cancelada toda posibilidad de trascendencia a través del paisaje y toda creencia en la capacidad lumínica del lenguaje.
_______________________

[1]Me refiero a la presencia del trópico y del color local que de acuerdo con Jesús Morales Bermúdez y Gustavo Ruiz Pascacio se convirtió en la denominación de origen de las tendencias escriturales en Chiapas a partir de la fundacional obra de Rodulfo Figueroa (1866-1889). En este trabajo empleo libremente el epíteto imaginífico(a) acuñado por Hervé Le Corre en su Poesía hispanoamericana postmodernista. Con el término, el crítico francés se refiere a la visión tópica e idealizada del paisaje provinciano.

[2]Dice Rubén Darío: “Si hay poesía en América, ella está en las cosas viejas: en Palenke y Utatlán, en el indio legendario y el inca sensual y fino, y en el gran Moctezuma de la silla de oro” (546).

sábado, 24 de noviembre de 2007

"En el otro derrumbe, . . . "



"En el otro derrumbe, en la otra página,

repito este territorio sin montañas,

sin casas, con rostros que

se desvanecen sin ser

cuerpos. No he claudicado con mi

obligación de levantar una

estatua con mi saliva.
Voy

a repetir aquí esa lectura,

la que no cesa, como

aquel rayo, algo

de todos."


ÓSCAR OLIVA, Lienzos transparentes

lunes, 12 de noviembre de 2007

Hojas



I

Es difícil mantener el silencio sobre las hojas.
Un abejorro trae el motor del polen.
Las hojas escuchan entonces la noticia del ruido.


II

Larvas hojas caen sopesando el suicidio de la sombra.
La metamorfosis con su sombrilla de mariposa
aligera el cambio en la clorofila seca.

El sol
ya no existe en la caída,
se ha muerto al caer la hoja.


III

Hoja de mango,
hoja de plátano,
hoja cielo:
nube que remueve la conciencia del agua.
Hoja flamboyant,
hoja ceiba.
Noche colgada de la raíz del siglo.

Hoja rocío:
viento que se cristaliza en el ojo de la hoja.


IV

La noche es hoja grandísima para protegernos del calor del sueño,
de la lluvia del sueño.
La noche es hoja de sol.
Deshoja de día.


ÁNGEL LUNA, Espiral de ritos.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Coyote Azul con guitarra


(Capítulo XI)

en pantuflas
y con la bata puesta
tomo café
mientras afuera
la catástrofe
toma la calle.

entra la luz sin ruido
se posa en una fruta
y la esplende
sangrándole su espacio.

un clima de naranjas
parte en gajos
la sala.
y fluye el río del silencio
en busca
de inescrutables mares.
no sé qué preferir
si el eclipse ola luz
si adherirme al espejo
del río que corre
o reconocer al otro.

cuando salgo
de mi mente
los muebles sólo
escuchan
el fragor que producen
las ramas de mi sombra.


JUAN BAÑUELOS, Coyote Azul con Guitarra

sábado, 10 de noviembre de 2007

A 28 años de la muerte de mi padre



(I)

Mientras los niños crecen, tú, con todos los muertos,
poco a poco te acabas.
Yo te he ido mirando a través de las noches
por encima del mármol, en tu pequeña casa.
Un día ya sin ojos, sin nariz, sin orejas,
otro día sin garganta,
la piel sobre tu frente agrietándose, hundiéndose,
tronchando obscuramente el trigal de tus canas.
Todo tú sumergido en humedad y gases
haciendo tus deshechos, tu desorden, tu alma,
cada vez más igual tu carne que tu traje,
más madera tus huesos y mas huesos las tablas.
Tierra mojada donde había tu boca,
aire podrido, luz aniquilada,
el silencio tendido a todo su tamaño
germinando burbujas bajo las hojas de agua.
(Flores dominicales a dos metros arriba
te quieren pasar besos y no te pasan nada.)

JAIME SABINES, Algo sobre la muerte del Mayor Sabines (Segunda parte)

viernes, 9 de noviembre de 2007

Algo sobre la muerte



x


Es un mal sueño largo,
una tonta película de espanto,
un túnel que no acaba
lleno de piedras y de charcos.
¡Qué tiempo este, maldito,
que revuelve las horas y los años,
el sueño y la conciencia,
el ojo abierto y el morir despacio!


JAIME SABINES, Algo sobre la muerte del Mayor Sabines

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Yo leo . . .



Yo leo por la noche,
me derrumbo
por inconfundibles ratas,
por siseos,
por esas lámparas bífidas
que rechazo
con ademán de arar,
más que de
naufragio.

Más que desnudo, estoy fuera del paisaje
por que no hay vastedad ni escritura,
sólo esta huella borrada en el cristal.
Letra que no existe.


Óscar Oliva, Lienzos transparentes

martes, 6 de noviembre de 2007

Poema

Nos sucede la soledad como una blanca furia,
el silencio de los desiertos
después de que las lenguas
fatigan la tierra seca del desastre.

Nos sucede la cruz de los árboles veloces,
los amotinados asaltos
a los más sobrios templos del corazón.
Y andamos sin edad,
casi apagados
por la vendimia del alma en las ciudades.
Y no sabemos nada.
Ni nuestro canto un día.


Raúl Garduño

viernes, 2 de noviembre de 2007

Flaqueza de una laqueadora



¿Quiere laquear una calaca
la que adora su propia sombra?
Aplica fondo negro a toda estrella
que atreve a humedecerse el pico
en el río Grijalva.

¿Y decorar una calaca
quiere prolija laqueadora?
Su pincel son pelos de gato
que ensarta en una pluma de paloma.

Pero la laqueadora, la que adora
su propia sombra, teme que en la feria
sea motivo del asombro público
llevar sujeto entre los hombros
tal sombrero sin calva.


(RICO, Roberto. Nutrimiento de Lázaro. Premio Estatal de Poesía Rodulfo Figueroa 1999)

jueves, 1 de noviembre de 2007

Sueño



Soñaba, y al soñar
subrayaba con rojo los sueños que le gustaban
para reconocerlos fácilmente cuando se repetían.



[BARTOLOMÉ, Efraín. Oficio: arder (Obra poética 1982-1997), Universidad Autónoma de México, 1999]

miércoles, 31 de octubre de 2007

Desde la intención . . .



Desde la intención
de la flor de
plástico
olvidada entre huesos
inventan
historias
sin inicio
Suspiran
como venciéndose
pensando que
mañana
tal vez
ellos también
podrán tomar su nave al destierro


(CERDIO, Máximo. Ascensos en caída, 2002)

sábado, 27 de octubre de 2007

(Apunte)

... también el hombre cae...
OCTAVIO PAZ


No será preciso renombrar la luz,


atribuirle cualidades de dama o damisela


que se preocupe por o que descuide su rutina;


mas si su soledad se ensucia con la sombra de extrañeza



no será tan pura.


Mando a volar aquello que así la macula

pero aún pienso:


no es eficaz la solución si estriba

en encumbrar la sombra sin objeto opaco.


He aquí mi cuerpo:

que venga ahora la sombra,


quemando a morir.

viernes, 26 de octubre de 2007

Pienso en tus labios . . .



Pienso en tus labios

y, una vez más,

la soledad

me lame el sexo.



(de TIEMPO DE AGUA, Núñez-Díaz Editor, 1994)

miércoles, 24 de octubre de 2007

Aves



(V)

ella
se detiene a conversar conmigo
en la banqueta
pasan los carros con su ruido
pasan
los segundos
con su ruido
ella me habla con plumas
me dice el mundo
ella
tiene el vestido lleno de nidos
la calle se puebla de aves cuando pasa
los carros no son más que vaivén de alas
cuando pasa
ella
me deja un hasta luego que me revolotea


(VÁSQUEZ AGUILAR, Joaquín. Aves, Rodrigo Núñez Editor, 1994)

martes, 23 de octubre de 2007

Naufragio



Para tocarme dentro
alargo el ademán violeta de la muerte
y la nervadura del relámpago
echando raíces de dolor en la palabra

Para llegar a mí
dejo los remos y la barca
Extiendo los brazos y desnudo
penetro a la herida en tempestad

Para tocarme dentro
extiendo un ciclo de búsqueda
en toda la pregunta
que me alcanza con sus llamas

Para llegar a mí
hay que montar cuchillo que galope mi carne

Para tocarme dentro
hay que sufrir naufragio rojo


(CÓRDOVA, Ulises. Los invitados al festín de Tántalo, Premio Estatal de Poesía Rodulfo Figueroa 2003)

sábado, 20 de octubre de 2007

Testamento



a Balam Rodrigo

Anegado de una líquida virgen que me ampara
Con los pies ebrios de asfalto
Espero las membranas de la tempestad
En la más próxima lluvia

Su finitud
Se recuesta sobre la hierba
Y cruje mineral el río

La constelada soledad de mi garganta

Miro mis manos
Son una llaga en el vientre de Cronos
Tomo mi lengua
Siembro lentamente su veneno
Brindo una copa de viento
Una lenta música de gotas

Es una noche de labor y odio

Ceniza y vid
Musitan
Sobre las entrañas del alba
.
.

viernes, 19 de octubre de 2007

El tiempo sigue renunciando. . .



El tiempo sigue renunciando a su permanencia
vaciándose a sí mismo en estas palabras,
pero sé que el fin de la vida es una música,
una melodía que celebra lo que dice,
naciendo en lo que depara el destino de una canción.

Otra vez ser el ave de paso sobre el mar,
otra vez ir de regreso mientras se dicen
algunas circunstancias del sol,
otra vez un aire liviano que recorre galerías
cruzando puentes que el mundo había olvidado.

(NANDAYAPA, Mario. Estar siempre de camino, Premio Estatal de Poesía Rodulfo Figueroa 2000)

jueves, 18 de octubre de 2007

Tu cara, poesía



poesía
hembra contradictoria
te detestan
Haroldo de Campos

Pero veré tu cara una vez menos.

Aquí en la oscuridad, donde garabateo,

el fluir de la tinta se confunde,

no sabe a dónde ir, cuál el destino porque, en fin, lo único cierto

es que veré tu cara una vez menos.


Ahora quiero cerrar esta puerta de golpe

y golpearla y golpearla y golpearla

y golpearla y golpearla

por el puro placer de esperar a que abras nunca,

por el puro goce de cerrar un ojo, dos hojas

y no veré tu rostro:

lo veré una vez menos

mientras la imagen que soslayo se ilumina

y me engaña la conciencia:


sale del baño la luz y se acomoda

en una esquina de mi ojo rojo.


La luz sale del baño desnuda

y yo finjo que soy un caballero.


Se ha dado la luz un baño de sombras y sale desnuda

y yo pretendo ser un caballero.


Sale salada, negramente aromada del baño etéreo del mar de sombras la desnuda luz

y yo, que no soy un caballero, acomodo su imagen en la esquina izquierda de tal manera

que no hay nada más claro que las raíces y las ramas deshojadas del rojo

horizontal árbol de terigión recortándose sobre el blanco de mi ojo el siniestro.


Arriba y negra,

la luna

donde no se refleja tu cara

una vez más.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Aves



(IV)

cómo le gustaban los polvorones de las cinco de la mañana
cómo le gustaban las cinco de la mañana
cuando los pájaros están a punto de abandonar la noche
los polvornes que se deshacían en la taza de café
cómo le gustaba el sombrero de su hermano mayor
cómo le gustaba acompañarlo a cuidar la milpa
diariamente
cómo le gustaban los pájaros poblando el aire de la mañana


(VÁSQUEZ AGUILAR, Joaquín. Aves, Rodrigo Núñez Editor, 1994)

martes, 16 de octubre de 2007

Lápiz



El lápiz ejecuta actos de equilibrio
cuando no sueña
con inmensas minas de grafito.
Pobre cirquero.

No sabe que en cada función
aumenta su enanismo,
se acerca lentamente a la desgracia.


(BAUTISTA, Mario Alberto. Alba por los caminos, Universidad Autónoma de Chiapas, 2006)

lunes, 15 de octubre de 2007

ANIMALIA


BÚHO

Del espumarajo negro que la noche vomita
nace el búho.

Dos estrellas
sus asombrados ojos.

Tibio montón de plumas en la rama,
el búho brota
del silencio nocturno.


CARDENAL

Un cardenal:
el corazón del roble.


COLIBRÍ

Miradlo ahí:
entre la abeja y el alma:
el colibrí.


GARZAS 2

La Diosa abre la mano:
brotan las garzas
como un puño de grano.


GUACAMAYA


Último fruto
de la fronda más alta:
la guacamaya.


HALCÓN

Cae
como un acento
en el centro del día.


QUETZAL

El principio de todos los arco iris
es un quetzal que sueña.


ZOPILOTE REY

En las más altas cumbres hace frío, pensó.
Y se puso a soñar un arco iris
para cubrir con él su calva venerable.



[BARTOLOMÉ, Efraín. Oficio: arder (Obra poética 1982-1997), Universidad Autónoma de México, 1999]

domingo, 14 de octubre de 2007

Hondo

Mango redondo,
cosmos cerrado,
azúcar del equilibrio,
sombra bajo la que el abuelo
se sentó para saborear la tarde,
para luego heredarnos amoroso
el verdear del trópico.
Mango redondo,
hondo corazón, hondo.
Hondo...
Corazón hondo...


Roberto López Moreno

sábado, 13 de octubre de 2007

Aves

(III)

las aves no deciden el aire

no tienen ganas de llorar

las aves

guardan su distancia

al volar

cuando parten

cuando vuelven

las aves

van y vienen

las aves

no te miran caer abruptamente

no comentan

ni saben la noticia

.

.

(VÁSQUEZ AGUILAR, Joaquín. Aves, Rodrigo Núñez Editor, 1994)

viernes, 12 de octubre de 2007

Hoy . . .



Hoy
amaneció
lluvioso en casa
Los viernes me digo así
Que cuando trabaje mi oficio
será ver cambiar de forma las nubes
Pero aquí nada ha cambiado
Faustina igualita La lluvia
que no ha parado La milpa
truncada El molino
funcionando
amaneció
hoy


(CHANONA, Roberto. Pasos desordenados, 1986)

jueves, 11 de octubre de 2007

Función de la lluvia


Mist is when the sky is tired of flight
And rests its soft machine on the ground
Craig Raine



La lluvia tiene una función,


en este caso, vespertina.


Cae para ser tomada en cuenta.


Propicia los aplausos


y se provee de música por todos lados.


Orquestado el acto y aplaudido,


posa la lluvia en tierra su húmeda máquina.


Tan pronto la calienta emprende el vuelo,


como si nada.

(de VIENE DE ANTES, Premio Regional de Poesía Rodulfo Figueroa 2006, Gobierno del Estado de Chiapas, 2006)

martes, 9 de octubre de 2007

Sombra



Uno es solo y pequeño.
Uno no tiene más que sus ojos y sus manos y su sombra.
Uno abre los ojos con su sombra, sale a la calle,
trabaja, piensa, escribe, se emborracha,
vuelve a casa, se acuesta con su sombra.
Uno despierta a medianoche
y busca una mirada y sólo encuentra
la mirada de su sombra.
Uno abraza a su sombra, platica con su sombra,
se angustia con su sombra, se cansa de su sombra.
Uno ahuyenta a su sombra.
Uno busca otras sombras y en las sombras
de todo, y en las sombras de todos,
uno entiende que es sombra.


(GONZÁLEZ, Israel. Agua en reposo, Ediciones Tintanueva, 2004)

lunes, 8 de octubre de 2007

Aves



(II)

cómo
me mira
cómo
la miro, lleno, rodeado del mundo
sustraído del mundo en esta hora delimitada
por la delicia de estar entre la hierba
de sus ojos
en esta hora
delimitada por la luz del sol que se detuvo en el poniente
aliándoseme para poder mirarla a gusto
sin prisa
ni las campanas
ni la ciudad diversa
únicamente el aire suena como un sueño mullido
cómo me mira
cómo
la miro
y la nube solitaria
las aves
lejanas
las alegres aves
cómo las oigo volar
cómo se mueven y juegan por los tejados y las azoteas
las aves
de mis campos
de mis edades párvulas
cómo revolotean en mi sangre de ahora
en esta hora
suspendida en la nube solitaria de la ventana
mis aves
lejanas
cómo
la llenan de atmósfera
la rodean
cómo la transportan a mis queridos campos
bajo mis árboles ya maduros
entre la hojarasca
cómo
camina
hacia mí desde sus ojos quietos
cómo se está quieta en su sitio
cerca de la ventana
frente al maestro que agota la charla sobre el capitalismo


(VÁSQUEZ AGUILAR, Joaquín. Aves, Rodrigo Núñez Editor, 1994)

domingo, 7 de octubre de 2007

Aves


(I)


tuvo su grieta
su república hinchada
tuvo ese uniformado diente hincado como un fusilamiento
exactamente allí en el lado izquierdo
del mundo
en el lado en que se ama y se odia y se pelea y se enloquece
allí donde brinca la pena como un sapo enfermo
donde la rabia roe como un topo infinito
tuvo también allí su novia
su familia
y todo lo que se quema y se congela allí lo tuvo

pero para qué
para qué
digo para qué escribir sus memorias
si no vale la pena


(VÁSQUEZ AGUILAR, Joaquín. Aves, Rodrigo Núñez Editor, 1994)

sábado, 6 de octubre de 2007

7



Voy a escribir un texto al que pondré por título
. . . . . .SE DESVIRGA A DOMICILIO
Formará parte de un libro de poemas obscenos.
En este (declarado desde ahora) poema inaugural
sabremos de osado poeta
que pone anuncio en periódico local
(la rima es voluntaria y es para que sepan —las señoritas— que es en serio)
prometiendo ser discreto,
concreto
y gratuito
(para las primeras cien).

(de VIENE DE ANTES, Premio Regional de Poesía Rodulfo Figueroa 2006, Gobierno del Estado de Chiapas, 2006)

viernes, 5 de octubre de 2007

Fruto

Parado sobre sombras movedizas proyectadas por el árbol incierto del ahora,

quisiera un brazo largo y una mano gigantesca

para cortar el fruto de esos proyectos,

para cortar el futuro,

para acortarlo.

jueves, 4 de octubre de 2007

(Luz doméstica)

Me gusta que la luz venga y se vaya,

que diga “hasta mañana”,


que toque a la puerta al día siguiente,

o simplemente salga del cuarto de servicio.


que se asome a mi texto,

que se gane el salario con fotones de su frente o su espalda,


y que me haga el amor

rápidamente.

miércoles, 3 de octubre de 2007

El caos del silencio

(VII)

Hay que morder la oscuridad,
tragar abismos llenos de vacío.
Cortar un trozo de la lengua
para que nazca oscura y roja la palabra
que ha de encender la voz bajo la herida
en el cuarto vacío donde sangran las horas,
en la calle fatigada de pasos que se van sin dejar huella,
en esa gruta sin nombre ni leyenda
que va desde la voz hasta la entraña,
en esta loca hora que te roba la dicha
de caminar afuera la palabra.

Arbey Rivera

martes, 2 de octubre de 2007

Mi madre cuenta



Mi madre cuenta
que nací hambriento;
era rechoncho y colorado
(dice);
tenía una cuna
heredada de otros niños
—mis hermanos—
y por eso tengo
la sangre de colores.
"Naciste hace más
de veinte años,
atormentado, predispuesto."

Pero miente, mi madre miente,
porque yo nací
"...un día
que Dios estuvo enfermo,
grave",
nací una tarde descubierta
entre gritos y otras cosas
que me duelen:
Tlatelolco, dos de octubre.

(WONG, Óscar. He brotado raíces. Ed. Katún, 1982)

lunes, 1 de octubre de 2007

Antientrevista

. . . . . . . . . Por Mario Nandayapa


En las Cruces, población costera del litoral chileno, de golpe uno tropieza con el cielo y la tierra, esto es el mar, esto se llama mar. Signo inequívoco donde habita la palabra. En efecto, en este lugar vive Nicanor Parra, como un pleno ejercicio de elección. La puerta de entrada tiene una pinta Antipoesía al graffiti. Me hago presente tocando la puerta, él aparece, impávido ante los noventa años que ha transitado, muestra evidente que la vida también es una obra de arte. Qué dice Juan Rulfo, asiste. Y comenzamos hablar de los muertos y de la vida, y de sus rastros como es el amor. ¿Nandayapa?, agrega. Sí, significa río verde en una lengua indígena. Se contrae ante el desencanto de la respuesta del acertijo que significa mi apellido. Nunca lo digas, las palabras siempre tienen que tener un misterio, algo que oculten. Es el inicio de una conversación siempre inconclusa: la poesía. ¿Mario, sabes que también pinto? Y me muestra su obra conceptual: La última cena (una bacinica azul sobre una silla), La maquina del tiempo (una fila de maquinas de escribir antiguas), Todas íbamos a ser reinas (Fotografía de él con un grupo de amigos). Mientras observo, Nicanor se ausenta, para regresar con un libro mínimo de madera color verde, el cual me entrega. Esto es para ti Nandayapa, en ella está toda la poesía. Abro el libro, y contiene las palabras de todos los tiempos, está vacío.

viernes, 28 de septiembre de 2007

5

A Violeta Pinto


Voy a escribir un texto al que pondré por título

DECORACIÓN DE INTERIORES


Empezaré el poema con un clavo


cuya punta colocada en el lugar exacto


conocerá un sitio profundo


cuando tiempo y palabra golpeen su cabeza


con la fuerza y la pericia necesarias,


con toda la conciencia en mi interior.



Que sea una serie de poesía decorativa.


Cerraré el poema en el momento


de colgar el retrato de Eva


en el clavo clavado con firmeza


en la mejor


de las paredes


de mi corazón.



(de VIENE DE ANTES, Premio Regional de Poesía Rodulfo Figueroa 2006, Gobierno del Estado de Chiapas, 2006)

miércoles, 26 de septiembre de 2007

(Iconías)



Dormimos también para olvidar
que somos menos perdurables que las cosas
Y en el sueño no hay objetos
saliéndonos al pie
con la intención expresa de tumbarnos
Dormimos, sí
para acordarnos de nosotros mismos
y aunque las cosas
—sobre todo las esquinas de las cosas—
nos golpeen
no hay dolor
sino hasta el otro día
cuando encontramos morada en nuestra piel
la huella digital del agresor

*

Pero hay instantes
en que tú y yo quitamos todo
dilatamos la urgencia
y nada hay fuera de ambos que no estorbe
Y las cosas rechinan espantadas
porque saben que en cualquier momento
crearemos a otro
que vendrá pequeño a torturarlas
y acabarán en una caja de cartón desvencijadas
o en la basura


(CERDIO, Máximo. Ascensos en caída, Gobierno del Estado de Chiapas, 2002)

martes, 25 de septiembre de 2007

Puedo señalar el vértice


Puedo señalar el vértice

donde confluyen

nuestros cantos.

Así

tus labios muerden

las palabras,

las levantan del sueño

hasta que emergen

zigzagueantes

como el grito o la caricia.


(WONG, Óscar. He brotado raíces..., Ed. Katún 1982)

lunes, 24 de septiembre de 2007

Llueve, y no estamos desnudos: . . .



Llueve, y no estamos desnudos: Lenguas de agua recorren el dorso de la tarde y un agua niña mana de tus ojos. Entonces beso tus mejillas y los dos ponemos a morir a la tristeza: Llueve, y dos nos despojamos de nosotros y el mundo niño muere a la tristeza para que bebamos del maná de su tarde y una lengua niña recorra el dorso de los desnudos, los aquellos que mueren sin nosotros.


(RODRIGO, Balam. Silencia, premio regional de poesía Rodulfo Figueroa 2007)

domingo, 23 de septiembre de 2007

RARA 58


Soy la lluvia, dijo tu vestido
y en verdad llovía de fuego
Soy el árbol de los frutos azules, dijo tu voz
y la realidad era azul frutal
Soy la noche, dijo tu piel
y en serio era un escándalo de estrellas
Soy pájaro, dijo tu pubis
y en demasía olía a cielo.

Estoy en diálogo, insistió tu vestido
y sabihondos labios, deshojábase
Estoy de panal, perseveró tu piel
y acaudalado enjambre llenaba mi boca.
Estoy de oasis, notició tu pubis
y el fuego de mis manos
ondeó sus estandartes.


(VELÁZQUEZ, Ramón Fernando. RARA 58, inédito)

sábado, 22 de septiembre de 2007

Y este llanto me nace . . .


Y este llanto me nace

porque estoy floreciendo.


(BARTOLOMÉ, Efraín. Oficio: arder (Obra poética 1982-1997),Universidad Nacional Autónoma de México, 1999)

viernes, 21 de septiembre de 2007

De la ilusión



Escribiste en la tabla de mi corazón:

desea.

Y yo anduve días y días

loco y aromado y triste.



(SABINES, Jaime. Otro recuento de poemas, Joaquín Mortiz, 1991)

jueves, 20 de septiembre de 2007

Con el silencio, con el amor



A través de tus venas y de aduanas de parra

dejo mi huella.

Amanece el silencio. Queda el día desnudo

como la primavera.

Amoroso de agua —cerbatana de esquilas—

subo a tus muslos

como apretada yedra.



(BAÑUELOS, Juan. El traje que vestí mañana, Plaza y Janés, 2000)

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Veo dos lagartijas copular


Veo dos lagartijas copular

Ojos fijos

cuerpos tensos

el macho se yergue soberano

debajo de una cola que no es suya

ella se retuerce y no sacude

de sí

la presión del universo

Sus translúcidos cuerpos

se van quedando quietos

Al separar los sexos

él se abraza a un vientre y lo retiene

pegados al vidrio del tiempo

Tórax macho se hincha y baja

En un cruce de caminos

—en el sur—

hay una gota blanca

También la hembra respira agitada

A esta hora

no hay seres más hermosos en el mundo

Están así hasta que mis ojos

sin cuerpo

las espantan.


(versión 2007, originalmente en TIEMPO DE AGUA, Núñez Díaz Editor, 1994)

Cuando el adiós . . .


Cuando el adiós venga lo domesticaremos


(de ECO NEGRO,Gobierno del Estado de Chiapas, 2002)

domingo, 16 de septiembre de 2007

Agua somos . . .



Agua somos

y en agua nos convertimos

al amar.



(de TIEMPO DE AGUA, Núñez Díaz Editor, 1994)

Y APRENDER a separarnos de la mujer . . .


Y APRENDER a separarnos de la mujer,

de un golpe salir de ella,

apoyándonos en el vacío,

todavía erectos de la urgencia

de ser troncos insurrectos, piedras

contra la quietud del agua.

Y volver a entrar atravesando la médula.

A encontrarnos enhebrando.



(OLIVA, Óscar. Lienzos transparentes, Ed. Aldus, 2003)

sábado, 15 de septiembre de 2007

Ahora, alma mía, piensa . . .


Ahora, alma mía, piensa.

Lo que pasa es el tiempo,

el irrevocable tiempo,

algunas nubes,

el fuego redondo que se llama día.


En mis ojos deja la luna su marca,

en mis ojos como una lámpara en la noche.

Detrás de los ojos te concibo.


(NANDAYAPA, Mario. Estar siempre de camino, Gobierno del Estado de Chiapas, 2001)

viernes, 14 de septiembre de 2007

Virgo


Tu cuerpo

arpa cimbrante

entretejió con agua y fuego

la soledad que derramé en tu cántaro de virgen.


(GOMEZ FUENTES, Yolanda. Mito y carne, Gobierno del Estado de Chiapas/ICHC, 1994)

Con mis pies y mi sexo . . .


Con mis pies y mi sexo

me siento un péndulo:

me voy y m e v e n g o.


(de TIEMPO DE AGUA, Núñez Díaz Editor, 1994)

jueves, 13 de septiembre de 2007

El mundo está lleno . . .


El mundo está lleno de germen palpitante,
la vida está por nacerse siempre,
es una conflagración de formas.
Si se pisa una piedra no se sabe
si se está pisando una futura sierpe
o una gota de semen
o el vuelo de una mosca
o la escama del viento
o algún beso.
Todo es confluencia de energía
en espera del salto mágico
que se produce un instante después de
la cantidad hechizada.

(LOPEZ MORENO, Roberto. Verbario de varia hoguera, Gobierno del Estado de Chiapas, 1993)

jueves, 6 de septiembre de 2007

Veo un árbol

Veo dos árboles cubiertos por una dura

certeza de que no están solos.

Las ramas salvan distancias para iniciar las caricias,

las raíces se asen a las raíces ajenas.

Veo dos árboles copular:

las hojas jóvenes, los deseos aún sin estreno,

ella (porque hay una hembra)

se posesiona del macho,

lo sacude,

se siente llena por un árbol que no es ella.

Desde esta perspectiva

imagino inmensas gotas de savia entrando a torrentes

en la madera hembra.

Toco el olor.

Huelo el latir, los gemidos.

Escucho sudor, saliva, etcétera:

líquidos mezclándose simétricamente.


Siento el sabor de la idea de ser un árbol.


(este poema apareció -en forma de árbol- en EL AMOR EN LÍNEA Y LETRA, Ilustraciones de los artistas de la Escuela de Artes Plásticas de la UNICACH, acompañadas de textos de escritores chiapanecos; UNICACH, 1999)

miércoles, 29 de agosto de 2007

Un poema de Uberto Santos

CERCANÍA DE TU VOZ

Sobre las hojas de la noche
duerme tu voz
te oigo venir desde quién sabe qué grito
desde pasos ajenos
repitiendo tu misma muerte
solo
sin morir
sin llorar
sin caer
definitivamente.

(de RESCOLDO BAJO EL AGUA, Universidad Autónoma del Estado de México, 2001)

domingo, 26 de agosto de 2007

un poema de Víctor Avendaño



BAJO EL CIELO, TECHO ROTO

La muerte ronda esta orilla,
los hombres canturrean, lloran
bajo el cielo, techo roto.

Yo sé mucho de la muerte,
yo sé de su dulce canto y
de su irrevocable soplo;
sé llorar como los hombres
bajo el cielo, techo roto,
cuando la muerte pernocta
sobre mi desnudo vientre.

La muerte ronda este encierro,
los hombres canturrean, lloran.

(de EXTRACCIÓN DE UN SUEÑO DONDE EL SILENCIO ES DE ORO, 2007)

sábado, 25 de agosto de 2007

Un poema de Roberto Rico


NIÑO QUE PIERDE AL ÁNGEL DE SU GUARDA

Rehén de un titubeo
limítrofe al valor,
el infante se esfuma entre la nube
trepidatoria del arado vértigo.

Con él, desaparece
la monarquía del ángel centinela.
Viandante soledad
un edén inaugura en el triciclo.


(de RELOJ DE MALVARENA, Universidad Nacional Autónoma de México, 1991)

viernes, 24 de agosto de 2007

DOS POEMAS


Quero escrever o borrão vermelho de sangue
CLARICE LISPECTOR

1

Desde una rama de aire

la idea

de mi muerte

me observa,

prepara el sobrevuelo.

Muy pronto

vendrá a gozarse

de las entrañas de mi poema.



2

(Visión de la navaja cuando juega con muñecas)


Qué linda, qué tierna.

El otro día la vi pasar

cuando iba corriendo cortando camino.

Sabía a video:

la imagen,

el drip drip que daba ritmo,

y el color, Dios mío,

qué color.


(de VIENE DE ANTES, Gobierno del Estado de Chiapas, 2006)

sábado, 18 de agosto de 2007

Un poema de Gustavo Ruiz Pascacio



DE LA MUERTE

A la muerte hay que dejarla vivir todos los días.
Con necedad, hay que abonarle la tierra del camino,
para que el agua vista sus raíces.
Con decisión, hay que marcarle el tallo hasta las nubes,
para que pruebe las crecidas ráfagas.
Con equidad, hay que soltarle a veces las amarras,
para que crea en la libertad y nos la cuente.
Porque la muerte sola no puede.
Por eso tiene que aferrarse a un madero,
a una montaña provista de aliento
o alguna resaca teñida de labios.
Así las cosas, con ella hay que afinar detalles:
Ser bondadoso,
para que no se rebele cuando no se le permita un paseo.
Ser accesible,
para que lleve las cuentas de nuestras obsesiones,
y ser implacable,
para que llegue a tiempo, siempre a tiempo.


(de "El equilibrista y otros actos de fe" Ediciones Casa Juan Pablos/Universidad de Ciencias y Artes del Estado de Chiapas, 2000)

TRÍPTICO POR JOAQUÍN VÁSQUEZ AGUILAR






Aturdido animal que anda y se cae

JOAQUÍN VÁSQUEZ AGUILAR




I



(Frasco)



Qué bien cabe

mi espíritu

encerrado

entre estas frías,

lisas

paredes transparentes

de este hermoso

fracaso.



II



(Hombre que cae)



Los tragos se liberan sorbo a sorbo

de la botella donde han estado presos

por años, y el genio de genios

toma forma en la cabeza

del nuevo recipiente,

desplaza otras ideas:

“para caer entero

total


y ser mi muerte”


se oye decir,

se regodea en su palabra:

“para que me acumulen himnos

luto


ceremonia”



Hay furia en los aplausos,

hay lágrimas futuras

mientras dice

“aturdido animal que anda y se cae”

en su vieja costumbre de memoria

en su joven historia

en su gloria.

La soledad y la gente son ahora sus fantasmas,

el cuarto es sala de espera,

desierta terminal.

“moriré hacia atrás” dice su voz,

recomenzando el viaje al fondo del poema,

tobogán por el que se desliza

enfermo de gravedad

hasta caer

en un rojo chapuzón de muerte

¿o acaso es negro?



III



(Toma de decisión)



En la esquina de tal y tal hay una toma de decisión

y una herida se irisa al accionarse el mecanismo que la abre.

De la toma se alimenta todo un pueblo

que desconoce bien (muy bien) los límites

hacia el norte del tiempo.


Dios mismo

vendrá en sueños a cargarse de color;

vendrán señoras a conectar sus ductos, en el sueño. Ya las veo:

traen paños que empapan con residuos de esto

para exprimirlos después en sus enfermos.

Vendrán niños y ancianos a bañarse de,

a anidar en,

a nadar en

esa toma abierta

con decisión.














miércoles, 15 de agosto de 2007

Joaquín Vásquez Aguilar: la festiva fatalidad del lenguaje

GUSTAVO RUIZ PASCACIO

Joaquín Vásquez Aguilar (Cabeza de Toro, municipio de Tonalá-1947- Tuxtla Gutiérrez-1994) falleció unos días después del estallido zapatista en Chiapas; partió de igual manera como vivió, casi inadvertidamente, rabiando contra el mundo de asfalto, soñando con ese estero de mar que llevaba dentro. Nacido en la década de 1940, emparentado generacionalmente con otros tres poetas de la postguerra en Chiapas: Raúl Garduño, Efraín Bartolomé y Oscar Wong. Quincho Vásquez está más cerca del primero en cuanto al ejercicio poético: su tono angustiante, su ironía rítmica, su desgarrado conocimiento del mundo, son paralelos al de Garduño, no así su espacio poético.
Atrapado en la poética de la festiva fatalidad del lenguaje, Vásquez Aguilar sustantiva los verbos, adjetiviza los nombres, transgrede los sentidos, disecciona los sonidos. Su poesía es una caja de Pandora, algo así como el fuego prometeico. Pero su discurso poético no se aísla de su sustento semántico. Su errante caminar de poeta oscila entre la ingenuidad y lo maquinado, entre lo referencial y lo profano, entre la armonía clásica y la sinrazón romántica.
Prácticamente desconocido más allá de los círculos culturales y los amigos, Joaquín Vásquez Aguilar se fue como llegó, solo. Su soledad es la de esta tierra sin tiempo, hoy convertida en botín de los afanes más primitivos de la sociedad humana: la guerra. El punto máximo de esta crisis fue demasiado para este poeta. Huyó a tiempo o destiempo, no lo sabemos. ¿A dónde ir si se está aquí, con todas las voces del mundo pariendo a nuestro alrededor?.
Hay elementos que constituyen a todo poeta. Dichos elementos son vasos comunicantes de la experiencia del mundo a la experiencia del lenguaje y que en su conjunto particularizan un discurso sólo posible desde el acto de creación, pero susceptible de una plurifuncionalidad en el acto de re-creación, que corresponde al lector. A esta complicada sinfonía suele llamársele poética.
La poética de Vásquez Aguilar guarda una relación umbilical con la obra de dos poetas latinoamericanos: el chileno Vicente Huidobro y el peruano César Vallejo. Afincados en una época caracterizada por la lucha intestina entre las vanguardias, que pugnaban por una verdad unívoca y original, Huidobro y Vallejo no descreyeron jamás de dos instituciones: el propio sujeto y la Historia .
En la medida en que ejercieron un proceso desintegrador y reconstructor de las experiencias del mundo (un hecho típico de la vanguardia), mantuvieron el problema del sujeto y su relación de éste con el pasado y el presente, como un vínculo para la posteridad de la palabra, una consecuencia sintáctica y semántica de un orden del mundo sólo concebible a través de la poesía.
La voz de Huidobro, llega hasta Vásquez Aguilar, en su conflicto con la realidad de la lengua. Según Huidobro, “el valor del lenguaje de la poesía está en razón directa de su alejamiento del lenguaje que se habla (…) La Poesía es un desafío a la razón, porque ella es la única razón posible (…) La poesía está antes del principio del hombre y después del fin del hombre”. Detengámonos ahora en cada una de estas afirmaciones de la profesión de fe huidobriana y a su posible adecuación con el corpus semántico vasqueano.
Alejarse es acercarse, tomar distancia de un punto es estrechar la cercanía con otro punto, el plano de la lengua del mundo no es el plano de la lengua poética. Para Huidobro, “un poema es una cosa que será. Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser. Un poema, es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser” En esta persistencia oscilatoria entre lo inasible y lo deseable, lo intangible y lo verbal, es donde reside la primera afinidad de Huidobro con la poesía de Joaquín Vásquez Aguilar:

“quizá ocurra que el mar valga la pena
que resulte fantástico rascarse
que tengan razón los que me desprecian
quizá no sea bueno hablar mucho del dolor
y sea más útil colaborar con la muerte pensándola con ganas
también es posible que uno esté equivocado
al ponerse a cavilar en serio sobre la vida
y a lo mejor jugar futbol tenga su esencia

pueda ser que el sombrero sea más importante que el sol
y lo más probable es que el muerto esté bien muerto
quizá reír, llorar,
amar
quizá”

El asalto y desafío a la razón, no es el encanto romántico decimonónico sino el abrupto descubrimiento de mundos nuevos en cada poema, tal como se percibe en la poesía de Vicente Huidobro.
Constreñido por la razón occidental, el poeta ha ejercido, a partir del siglo XVIII, un oficio que constituye el último reducto lingüístico ante la institucionalidad del mundo. En una época, a la que hemos llamado modernidad, caracterizada por la concepción del tiempo sucesivo e irreversible, el poeta ha sido un convocante de los temas y las preocupaciones recurrentes del hombre: vida, muerte, amor.
En esta tríada cabe todo y, a la vez, todo escapa, porque los límites del hombre no son los mismos que los del lenguaje, de ahí que todo poeta inaugure un nuevo estadio para las mismas cosas de siempre. Si cada poema es único e irrepetible, hay que bordarlo y abordarlo con todo el atrevimiento lingüístico de una estética fatal y feliz. Ahí donde adverbios, sustantivos, adjetivos, sonidos y metáforas se entrecruzan sin acribillarse unos a otros, con una avidez sinfónica pocas veces presente en la poesía chiapaneca, Joaquín Vásquez Aguilar demuestra su continuo diálogo con el autor de Altazor:

“vengo de todas partes
con mis hojas
qué tal de pájaros
hola de borrachera
animal de llama
tienes todo mi apoyo terrenal para coser tu sudor
aquí tienes mi mano
construyamos puentes sobre el frío
con abrazos
acabemos de levantar esta geografía grata a nuestros pies
te mereces tus sones
mi querido animal de calor
toma mi aplauso”

El ejercicio del oficio poético no es histórico, en la medida de una consonancia que lo restringe a un presente social dado, sino en la medida de un compromiso lingüístico que evidencia una particular semántica del mundo, y una semiótica de los signos poéticos resultantes y opuestos a los signos denotativos del mundo. El poeta está en la historia porque es sujeto de ella, pero la poesía, a quien atiende y debe su oficio, lo antecede y lo sucede, lo espera años–luz y lo contempla aun antes del lenguaje; he ahí la tercera afinidad.

“te escribo esta sonrisa
a la altura de un nido discordísimo
la vida se vuelve una fiera dispar,
un puente cuyo río crece y crece
y esta lluvia que ya no me alimenta,
te escribo esta ramita secándose
esta mirada tiritando que debió ser mi voz calurosa
mi ademán de bienhavida puerta,
te escribo y me describo lejos
muy lejos”

La voz de César Vallejo, llega hasta Vásquez Aguilar en su conflicto con la realidad del mundo; ante la reiterada experiencia de un mundo cuya única y absurda verdad es la del dolor irracional, reiterado, inmerecido que nos provoca. Según Octavio Paz, el poeta peruano asimiló las formas internacionales de la vanguardia y las interiorizó.
Poesía de la tierra, el lenguaje de Trilce no podía ser sino de un peruano, pero de un peruano que fuese asimismo un poeta que viese en cada peruano al hombre y en cada hombre al testigo y a la víctima.
Es en este sentido de universalizar el dolor donde se incorpora la poesía de Joaquín Vásquez Aguilar, con su verso exclamativo desgarrador, su miseria humana, el hambre que canta cuando más hambre se es, el ahogo de un hombre que pasa con un pan al hombro:

“de mis paredes interiores
raspando órgano y órgano
extraigo la hiel más pura
la más verde
¡y me inyecto
con pasión de avispa

esto que digo
tiene una larga calle
que transito paso a paso
cuando estoy exactamente a la orilla de lo más esencial
como el saludo como el amor sin más
y digo hiel
porque sucede que ando como nómada
como río que no encuentra un ápice de tierra
y araña, siempre araña,
la piedra que le toca por herencia”

Para José Pascual Buxó, la poesía de César Vallejo, procura trasladar un sentido desde el espacio extralingüístico que lo sustenta hasta el espacio lingüístico que lo significa. Esta transmutación lo llevó a la máxima libertad poética, pero también al límite verbal del soneto (aunque no mental, como lo aclara Buxó en su análisis al soneto Intensidad y altura). La poética vallejiana pretende comprobar la radical insuficiencia del lenguaje, la desesperante fractura entre lo dicho y lo vivido, la tergiversación del mundo en los estilos artísticos.
Ahora bien, la poesía de Vásquez Aguilar opera paralelamente. En ocasiones vuelve a una estética clásica y en otras irrumpe sustantivando verbos o verbalizando sustantivos; así, reordena la sintaxis, con una serie de invenciones verbales concentradas y auténticas como las de Vallejo.
Pero, ante todo, define una constancia entre lo amargo y lo sereno, porque el espacio lingüístico no siempre es suficiente para alcanzar una comunicación eficaz que deslinde las contradicciones del hombre y de su vida. Con todo su vómito y su agonía, su desencantado arraigo terrenal y su ensoñación por el lenguaje, Joaquín Vásquez Aguilar, es el viento de febrero que cala y hala los husos y el polvo que sima la más alta cima humana:

“Yo no habito ciudad. No. Me doy cuenta.
Y me doy cuenta sombra que ando un poco
luz. Ciudad que no habito y cuyo foco
oscuro, cuya lámpara sedienta

de mi, de mi silencio (que me orienta
a la luz, a las voces con que toco
el paso de mi sangre y mi loco
seguir en mi tristeza y mi osamenta),

se muere de chocar contra mi canto
de árbol, mi rudo ir de campesino
a pie sobre la tarde. Y me levanto

y adelgazo mi palabra hasta un fino
ayer de viento, y a la ciudad canto:
“mi habitación es pájaro y camino”

“Esa noche hubo lumbre en tu cuerpo
la violencia del viento nos empujaba
el uno al otro
El tigre de la noche tenía sueltas sus amarras
y con mi corazón lleno de luces
te alumbré
me alumbrabas con el tuyo
imposible decir quiénes cabellos
quién atolondramiento
la luna era lorquísima
y el silencio se volvió un grillo nuestro musicándonos
palpitaciones altas rojas
nada tuvo la historia que decir sólo nosotros
vaivén desolaciones amor el toro que embestía
Caín y Eva Adán desconsolado:
He ahí la constancia.”

Así pues, hay un hilo conductor en el corpus vasqueano, una obsesiva rebeldía que no se sustrae ante el orden del mundo real–social sino que tiene una red en la que el mundo es sustraído por la vastísima operación poética del lenguaje (que atesora tiempos y reinstala un discurso de blasfemias y contrapartes en una profesión de fe que termina por vencer al mundo:

“odio de pronto a los mecánicos
a la mecánica
a la aritmética
a la revolución industrial
al peluquero y a su implacable política
al impecable vestido de las enfermeras
al pobre que se jacta de su honradez
odio a los certámenes y a los aplausos
y odio en general, al calendario y a sus manecillas incesantes
entonces me devisto lleno de virginidad
abro mi cueva
tomo mi lanza
y salgo en busca de fieras prehistóricas”

Si argumentamos este sentido de rebelión en la poesía de Vásquez Aguilar, es evidente que en su poética confluyen las dos direcciones de la revuelta vanguardista: una revuelta social a través del arte como liberador moral y catalizador existencial y una revuelta estética, fundamentalmente, contenedora de una ruptura temática y formal.
Surge entonces un discurso poético donde la cotidianidad se asemeja a lo maravilloso y donde los hechos banales mundanos son tan fantásticamente semejantes con el más intrincado sinsentido literario:

“te asedio
como los tambores en la selva
como el homosexual en la madrugada
como los pasos en el esquizofrénico
como la linterna del policía
como el conde drácula en la ventana
con la serenidad del asesino
con la ansiedad del paranoico
en el escenario del púgil
en la calle de la decisión
en la esquina de la inminencia
donde muere la cruz y nace la cruzada
donde duerme la cuna y despierta el hambre
donde termina el país de las maravillas
y comienza la isla de las persecuciones”

Si la poesía es una operación capaz de cambiar al mundo, dicha acción se ejerce con el poder de la experiencia del lenguaje. El lenguaje contiene al mundo y, por ende, al hombre.
Esta duplicidad es festiva y fatal: accede a los signos y a los símbolos de que estamos hechos, feliz acceso; pero, como pago y riesgo, exhibe la fatal provocación y sujeción de aquello que nombra y desnuda todos nuestros actos humanos.
Por ello, la poesía de Joaquín Vásquez Aguilar recorre la sintaxis castellana con un aterrador y festivo rostro; es un malabarista de la gramática de la miseria y del desconcertante ritmo del solitario hombre moderno:

“lo que muestra la puerta, no lo que esconde, me da miedo,
me da miedo tu mirada, no tus ojos.
Si tu lengua se enrosca de tal modo al hablar, me da miedo,
me da miedo la luz, por lo que muestra de las cosas,
me da miedo la sombra, por los gritos que oculta,
me da miedo la vida, por la muerte.
miedo de que no todo salga bien a la hora de amar,
a la hora de entregar universo tiernamente,
me da miedo también el sur sin el norte,
me da miedo la pala, por el muerto,
me da miedo la muerte por esto de la vida”


(RUIZ PASCACIO, Gustavo. Los fantasmas de la carne (las vanguardias poéticas del siglo XX en Chiapas), Ed. UNICACH, México, 2000)

martes, 14 de agosto de 2007

REGRESOS




ya no tiene remedio

ya no tiene remedio esta lluvia
que horizontal te busca
te persigue
cuando escapa de mis poros
un palmo del desierto que me hiciste

ya no tiene remedio el agua
el río que soy desde mi puerto solo

ya no tiene remedio el cántaro que llevo
en la quemazón del mediodía

no me moja la luz donde no estás

ya no tiene remedio

pero vuelvo siempre
a tu arena querida
a tu frescor
vuelvo
así sea en ráfagas

así en cabizbajo amor
así en altar abandonado

domingo, 5 de agosto de 2007

Joaquín Vásquez Aguilar (1947-1994)




OSCURIDADES (I)

aglutinado
reunido en pedazos que se disputan mi nombre
alhelí ahogado en su luz, cercado de torrencial oscuridad,
me siento pertenecer
a los que habitaron un día los caminos
sus casas, por no decir más.
y me respiro un instante para descansar
porque esta inmensidad que pueblo no es mi casa
¡dios mío!
no es mi casa

OSCURIDADES (II)

acude a mí, campana del silencio, puéblame el oído,
aborda mi sangre hacia todos lados.
que en este mi estarme más solo
mucho más que en las cosas de la tierra
ya no suceden los días sino el mar
sólo el mar
sólo mi no color
mi no pertenecerme
el estarme llorando y no sentirlo

OSCURIDADES (III)

pero pensándolo bien, yo amo,
no hago más que amar, que amor.
por eso me duele la tierra,
no hago más que amarla
mientras mi corazón y el tiempo —eso descubro siempre
juegan
se miran
triscan
se embisten suavemente
juegan juegan

(de CUERPO ADENTRO, Universidad Autónoma de Chiapas, 1978)

lunes, 30 de julio de 2007

LA MUERTE ES UN LUGAR COMÚN

A Magally (1978-1996)

(TODOS LOS DÍAS ES MARTES O LLUEVE)

Voy a hablar de la lluvia

de la lluvia cayendo día y noche

de las tejas recibiendo el mensaje

del ruido de las gotas que germinará la angustia

de la calle

del río en que la calle se convierte

de la gente que pasa por la calle anegada


Yo recordaba la lluvia viniendo de norte a sur

se veía siempre bajar la avenida

como una ola del mar de Dios

como una de sus tantas manifestaciones

como una mano que se alargaba para recibir mis barcos de papel

que ahora es una alfombra sobre la que caminan mamá y nuestros hermanos y nuestros amigos y tu cuerpo muerto

que ahora es una alfombra de agua que se extiende desde la casa hasta el cementerio

que es un mar hecho por el llanto de un día miércoles


Mar sin holas lleno de adioses el día de tu entierro.



*


El llanto me recuerda que he de llover

bailar en el vórtice de la tristeza

que ha de dolerme desde adentro cada cuerda

cada loca historia que se cuenta de repente


Debajo del ruido del mundo

mi hermana está muerta.


*


(MAMÁ)


Como si de un castigo se tratase

una promesa

una expiación de culpa o una constante búsqueda de límites de resistencia extraviados

sus ojos no se cierran por las noches y su cuerpo reconoce la extensión de la cama

porque es ahí donde el recorrido empieza en un ahora

hasta la monotonía diurna diaria de la calle del día siguiente


Bienaventurados sus muertos mamá

porque de ellos será su dolor

su colección infinita de rosarios de lágrimas.



*


(MAMÁ PIENSA)


"¿Qué va a pasar cuando me extrañe

y me llame

y le diga a Dios

-quiero a mi mamá?"

mamá piensa

se ilusiona pensando

y lo dice

creyendo que nos puede dejar solos


Ya sé que mamá está enferma de tristeza

ya lo sé

No necesitan decírmelo.


*


¿Que me ves y no me quieres ver llorar?

¿Por qué habrías de rechazar este hermoso dolor

esta conducta de enfermo que asumo

contra la voluntad de todos?

asumo el dolor

haz humo el tiempo

zumo de mi cuerpo mi sangre

súmala a la tuya

y vamos a salvarnos

a morirnos juntos

a salvarnos.


*


Once del miércoles de noche en punto

mi cabeza la cabeza una cabeza

piensa

reconstruye

oye dicta

suelta palabras que roen

el queso interminable de mi corazón

el corazón

un corazón.



*


Ciego

trasiego interminablemente mis palabras

busco lo que no te dije

lo que escribí

oculté

encuentro esquirlas de vida

que me cortan

las yemas de los ojos

Sigo trasegando.


*


Se ha vuelto cotidiano mi dolor

se ha vuelto en contra mía

me duelo a mí mismo

con un dolor insoportable que ha pactado

con todos los martes y las lluvias no una tregua

sino un ataque en conjunto

masivo

por todos los costados del sueño y la vigilia.


*


Desde su ventana el día ve cómo lluevo

qué triste

qué larga

qué monótona mi lluvia desde su cristal

Entre las cortinas descorridas de las cinco y media de la tarde

lluvia tras lluvia lluevo y lluevo

y una tierna tristeza me crece como un árbol.


*


(MAGALLY RECIÉN MUERTA)


Nos crece la soledad como un musgo de presagios

se sueltan nuestros ojos de la mano del día hoy

a esta hora

bajo un cielo inhóspito de ángeles

lavamos tu imagen en el agua que corre

croamos el silencio de los lirios

En el camino recién iniciado de ese sueño

tus pasos ciegos

aún no pueden encontrarnos.


*


(HABLA DE MÍ)


Un lugar común


Animal gigantesco es el recuerdo de mi voz que viene en las noches y se alimenta del corazón de mi hermano. Despierta. Se dice, siente que ha tenido un sueño en el que anda metido todo el día; sus pasos van embarrándose en el camino que se alarga como una culebra que le muerde los pies, que no lo suelta; va y viene del sueño en el que yo copio tus gestos. No lo cree. Se sienta a la mesa y dice que no quiere llegar a viejo. La nostalgia es una lepra que hace que su esencia se quede a pedazos. También lo reconoces como a uno de tus hijos; lo sientes en tu oscuro vientre y le cantas, y él se entristece, y tú te entristeces, y me entristece esa canción tan triste que cantas. Ah, muerte aire, muerte noche, muerte lugar común ¡cómo has echado a perder su vida!

(de LA MUERTE ES UN LUGAR COMÚN, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, 1998)

lunes, 23 de julio de 2007

ODD MAN OUT


A Mario Alberto Bautista


Bueno. Ahora escribiré las palabras para que te entretengas en el ejercicio de subrayar.

Punza la herida futura en la muñeca izquierda.

Viene del corazón la señal y la leña con que pondré al aire este mensaje de humo.

La soledad amañada, la mañana soleada, la saña y nada nada nada nada.

Nada nada.

Nada nada nada nada nada.

Subraya la palabra que no corresponda:

nada nada nada nada nada nada todo.

Sí, subraya todo,

encierra en un círculo lo no encerrable.


(La seña.

La herida futura en la muñeca izquierda. Punza).

Aquí me quedo.

domingo, 22 de julio de 2007

GÓNGORA VE UNA GOLONDRINA

A Ignacio Ruiz-Pérez


Góngora ve una golondrina.

Desde los ojos del ave, de la pluma del poeta


brotan signos que son eco de su visión.


La golondrina ve a Góngora.


En los ojos del poeta se refleja


la línea que deja el ave


como negro eco de plumas


en el cielo español.


Si hacia atrás fuera el vuelo


—piensa el bardo—


esa tijera flotante cortaría


no el aire


sino la lógica misma del cielo.

NUBES (2)

A Gabriella Vera


Las nubes de la ciudad. . .

¡Mentira! Son de nadie,

pertenecen a nada.

Quería ser nube, pero ahora

deseo ser cielo:

es más grande

y ni siquiera existe.

viernes, 20 de julio de 2007

NUBES


A Gustavo Ruiz Pascacio


A las 10:20 de la mañana del día 3 de abril,

instalado en la espera de que caiga alguna idea

percibo una realidad:

dos nubes me miran,

me admiran,

se admiran de mí.

Las oigo hablar,

decir que soy irrepetible,

que la postura que adopto en el balcón nunca es la misma

para la siempre diferente manera de mirarlas.

Que la postura que adopto en el balcón

nunca es la misma.

Que la postura, que el balcón, que la mirada . . .

Pobres nubes de ciudad que no me saben leer.

RAYUELA


A Luis David

...inclinarse apenas hacia afuera y dejarse ir, paf se acabó
JULIO CORTÁZAR


Siendo las 9:25 de la noche de este día aburrido

inauguro el deseo de ser más alto,

de estar a una altura mayor de la que estoy en el balcón,

y con leve devaneo hacia el vacío

estaría mucho más lejos de la tierra,

en el cielo mismo porque soy muy bueno,

excelente para la muerte,

conozco ya su opinión,

estoy seguro:

no estoy a salvo de mí.

jueves, 19 de julio de 2007

IN THE SHOWER



A Roberto Rico


Temperatura corporal que así se restablece

por la agujerada rueda que me brinda la humedad deseada,

que se esmera en cambiarme la cara.


Por las ranuras practicadas al suelo se escurre el cansancio,

se derrite.

¿Qué espuma, qué suciedad no queda satisfecha en ese viaje?


Quisiera a veces que lavara más adentro,

que llevara el pensamiento también la dirección y la presteza

de todo lo que cae ahora sobre el piso de mosaicos

y, emulando a Moisés, abriera el piso azul que piso

para darme paso, para huir, para salvarme de mí mismo.


Si pisara la barra de jabón,

si mi cabeza,

abierta como un gran mar negro en miniatura, diera paso

a otro pequeño gran mar rojo

corriendo rápido, fuera, todo diluido

por la agujerada rueda que me brinda la humedad deseada.


Por las ranuras practicadas al suelo se escurre el cansancio,

se derrite

¿Qué espuma, qué suciedad no queda satisfecha en ese viaje?

viernes, 29 de junio de 2007

DE CABEZA



A Cecilia Romana


un bello espectáculo y un punto a favor de la exactitud
de la mecánica celeste
ENRIQUE LIHN

Me gustaría tener una tristeza

—víctima embellecida, como sugiere Lihn—,

exhibida en pantallas gigantescas en parques, en plazas, en grandes estadios,

cayendo

cabeza abajo;

una tristeza con todo y su música de fondo destinada en un principio al efecto en nosotros

sufriéndolo ahora para nuestros ojos

como gran estrella.


Qué ironía: estar pendientes, después del anuncio por red nacional;

qué morbo: no querer perdernos de verla cayendo a todo color,

alta, hermosa raya de estrella fugaz,

notoria desde muchos puntos.


Me alegra pensar en cómo lo tomarían aquellas

mujeres que lloran frente al televisor:

tía Concepción, mi prima Lupita.

A mamá le encantaría. Tendríamos, entre todos,

una gran pesada tristeza

despeñándose.


Seguramente nos alegraría

a todo color:

rápida raya de estrella fugaz,

cayendo

lejos de la multitud,

no sobre ella.