martes, 6 de noviembre de 2007

Poema

Nos sucede la soledad como una blanca furia,
el silencio de los desiertos
después de que las lenguas
fatigan la tierra seca del desastre.

Nos sucede la cruz de los árboles veloces,
los amotinados asaltos
a los más sobrios templos del corazón.
Y andamos sin edad,
casi apagados
por la vendimia del alma en las ciudades.
Y no sabemos nada.
Ni nuestro canto un día.


Raúl Garduño

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